miércoles, 31 de marzo de 2010

A la escuela por primera vez

Por Corina Rodríguez Hidalgo, Rectora
Master de Educación Especial de la Universidad Pontificia de Salamanca


Hasta el momento en que los niños van por primera vez a la escuela, han estado casi totalmente inmersos en un mundo familiar. Paulatinamente establecerán lazos sociales promovidos por el sistema escolar. Las situaciones que deben afrontar pueden convertirse en dificultades o en experiencias muy importantes para el desarrollo de una vida agradable, según el sentido que estas adquieran para ellos, su familia y su entorno inmediato.

Muchas veces pensamos que los niños pequeños "no entienden" lo que ocurre a su alrededor, o al contrario que ya saben suficiente y por ende, no hay que explicarles. Las pataletas y mordiscos, el adueñarse de objetos ajenos, muestran que es ingenuo pensar que solo se trata de un mal comportamiento. Es esencial mantener la comunicación entre adultos y niños porque éstos tendrán la oportunidad de comprender que la vida le impone límites, que no todos sus deseos pueden ser satisfechos, pero que sí existen otros que con mucha alegría, podemos ayudarlos a construir.

Los niños son indefensos ante los acontecimientos, por lo que la palabra de los padres y maestros tienen un valor inmenso. Por tanto, la manera como estos adultos califican los hechos, harán que esas situaciones inevitables se conviertan o no en marcas dolorosas para la vida. Son capaces también los niños de crear sus propias realidades y la escuela y los maestros pueden tener un efecto reparador maravilloso, cuando acogen con ternura y firmeza al pequeño que está viviendo una nueva experiencia.

La transición de la casa a la escuela implica un cambio fundamental en la vida de ellos. Pero no siempre se encuentran preparados y aunque la escuela les permita su libre crecimiento, surgen situaciones que les producen emotividad y angustia, debido al conflicto de elegir entre satisfacer sus gustos o someterse a las reglas escolares y sociales.

También se espera que ellos muestren su preferencia o desagrado a ciertas actividades o personas, se quejen de sus fracasos o festejen mucho sus éxitos. No olvidemos que sus formas de expresión irán cambiando por lo que detrás de la conducta de un escolar, está su historia que junto a sus padres y maestros, empiezan a construir. Una gran oportunidad que se nos abre a todos para ser verdaderos actores en la vida de los niños y en la de nosotros los maestros, que elegimos todos los días nuestra pasión por educar.

viernes, 26 de marzo de 2010

La Educación en los tiempos de la cibernética

Por Piedad Ortega de Spurrier
Coordinadora DOBE y Directora del Dpto. de Comunicación
(artículo publicado en el especial de Educación de El Universo)


¿Cómo conciliar el tiempo de la tecnología, nueva maestra vertiginosa, y el tiempo más lento de los alumnos y los maestros?
Sin dudas las luces de la cibernética son más atractivas que las opacidades de las relaciones entre padres, maestro y alumno. ¿Cuál sería la nueva posición del maestro?
Que el maestro lidere un proceso de transmisión educativa que incentive la autonomía de los alumnos y favorezca la toma de decisiones para la vida, porque aún con el acceso a la información globalizada, persiste la necesidad de saber orientarse en un mundo de cambios. Aún hoy el futuro sigue siendo una incógnita a construir con criterios claros.
De lo contrario puede aparecer un malestar entre los niños y jóvenes frente a la poca expresión de los intereses y palabras, y todo se convierte en un sin-sentido de obligaciones.

Reconstruir relaciones a través de la palabra como señala Jacques Lacan, permite establecer nuevos lazos educativos.
a) Recuperando el diálogo junto a los adelantos de la tecnología, pero recuperando la historia individual del niño y adolescente con la transmisión renovada del adulto. Trabajo con películas, videos, es una forma actual para intercambio de ideas.
b) Utilizando la capacidad lúdica y de creación entre padres hijos y maestros para inventar nuevos escenarios educativos. Los currículos pueden ser camisas de fuerza. Demos lugar a la invención.

Estos dos aspectos se ponen aún más en juego en los dos últimos años del colegio en los adolescentes, en donde la llamada “crisis de la educación” se juega en forma definitiva, porque:
a) En toda persona humana hay algo que se resiste a ser totalmente educado, que no pasa dócilmente por las palabras. Las instituciones educativas son sensibles a esto, cuando introducen los debates, los métodos de resolución de conflictos, las ferias que permiten a la creatividad cuyo origen solo es posible, si se toma en cuenta ese “resto” inasimilable que se resiste a ser colonizado por la enseñanza formal.
b) Los mecanismos disciplinarios funcionan si para los jóvenes tienen el valor de darles un marco de estabilidad para sus intereses.
Sin duda creo que hay maestros, que tienen más facilidad para tocar esos puntos que escapan a los saberes académicos y son los que guían con mucha frecuencia el porvenir de los jóvenes.

Sugiero que el proceso de orientación a los jóvenes debe estar atravesado por los siguientes parámetros:
1. El estudiante debe de conocer con precisión cuales son sus fortalezas y debilidades antes de escoger una carrera. Una visión realista de su persona, es la línea base necesaria para tomar decisiones. Este punto debe de ser corroborado por los maestros.
2. Los orientadores deben de tener la oportunidad de investigar conjuntamente con los alumnos los programas de estudio de la carrera que se espera escoger. Pueden hacerse grupos afines para discutir la opción en distintas universidades para poder discriminar.

El proceso de orientación debe involucrar a los padres. Recordemos que el futuro de los jóvenes ha sido siempre parte de sus sueños, este es el momento de despertar y las realidades pueden o no haber sido las esperadas.

jueves, 4 de marzo de 2010

La escuela/colegio de su hijo, ¿cuenta con un programa de tutoría?

Por Corina Rodríguez Hidalgo
Rectora
Master en Educación Especial / Universidad Pontificia de Salamanca

Los desafíos a los que actualmente se enfrentan niños y jóvenes a temprana edad, hace indispensable un seguimiento estrictamente individualizado, no solo en lo académico, sino también en lo formativo. Familia y colegio debemos desarrollar herramientas para que los menores logren descubrir quiénes son y desde su realidad, qué metas son capaces de alcanzar, fortalecer su autoestima, aprender a tomar decisiones y hacerse responsable de ellas. Estas son las ventajas de tener un programa de tutoría.

El programa de tutoría aprovecha la experiencia del personal docente de la institución (psicólogos, orientadores y educadores) que están capacitados para diseñar estrategias que permitan acompañar a sus tutoreados con sus inquietudes y necesidades cognitivas, sociales y emocionales.

El tutor es el encargado de supervisar el mejor desarrollo de cada uno de los alumnos que tiene a su cargo, ayudándolos a definir su proyecto de vida, lo que indiscutiblemente le servirá para la construcción de su futuro.